Normalmente, cuando vemos una película, nos enfrascamos en la trama y seguimos como un testigo invisible las cosas que les suceden los personajes de dicha película, los encuentros y desecuentros, los placeres y los sufrimientos de cada uno de los personajes. En ningún momento de la película nuestra mente pensaría que todo es irreal porque está siendo actuado, si hiciéramos eso nos arruinaríamos lo que los actores están tratando de provocar en nosotros, y nos arruinaríamos también lo que significa ver una película.
Eso mismo sucede con programas llamados “reality-shows” como Gran Hermano, que gran cantidad de personas descreen de la veracidad de dichos programas, pero igualmente se sientan a verlos.
Recuerdo que la primera vez que salió, no quise caer en el pecado popular de criticar sin ver y me senté al verlo, el resultado fue que a los 10 minutos ya estaba yo nuevamente de pie, con el televisor apagado y yéndome de la habitación; creo que esto se debió a que el escuchar los diálogos “improvisados” de personas que no tiene nada que decir me pareció un tanto aburrido, mas allá de mi opinión personal de programas como Gran Hermano, es decir: personas comunes y corrientes, no actores, sometiéndose a estar vigilados las 24 hs. del día por gran cantidad de personas y teniendo que efectuar pruebas como por ejemplo desnudarse y no sé que otra cosa más a cambio de poder fumar, me suena mas a experimentos nazis que a un entretenimiento televisivo.
De todos modos, el objetivo de este post no es criticar a Gran Hermano, sino evaluar si la mente cae o no en un tácito engaño a la hora de prender un televisor. Para aclarar con un ejemplo lo que quiero decir: ¿Por qué el Gran Hermano de los Actores (mismo argumento pero con actores en vez de gente común y corriente) no tuvo éxito y el Gran Hermano común si?. La respuesta a mi entender es que como en el gran hermano de los actores no eran las peripecias de personajes lo representado, sino las de ELLOS MISMOS, nadie creía que los actores estuvieran realmente “viviendo”, “siendo ellos mismos” en vez de estar actuando. Digamos que a la mente le gusta dejarse engañar pero no ser tomada por estúpida.
Otro ejemplo sería las propagandas de los jabones en polvo que van a una casa X cuando la dueña de casa no lo espera y se ven dichas amas de casa “sorprendidas” para hacer la prueba de que jabón lava mejor, esto también es a mi entender, no espontáneo, porque las mujeres abordadas aparecen siempre vestidas impecables y todo es demasiado perfecto para ser real. Que quede bien en claro que no critico al producto en sí, sino intento reflexionar sobre el MODO en que se da a publicidad.
La publicidad vale mucho y si esa forma de hacerla se sigue repitiendo quiere decir que tiene éxito, ergo, una de dos: o la gente cree que realmente todo eso es espontáneo, cosa que no creo, o la gente cree que efectivamente está todo armado pero justamente está armado del mismo modo que está armado un guión de una película, es decir para complacer el gusto. En general en televisión rige la regla de lo atractivo por sobre lo veraz, es decir, si queremos realidad no debemos prender el televisor sino abrir la ventana.
miércoles, 7 de febrero de 2007
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